¿De quién es la culpa?

Como es bueno tener a alguien a quien culpar, ¿verdad? Si algo sale mal, poner la culpa de una persona sobre otra siempre es un alivio. Pero, ni siempre eso funciona en nuestra vida. Principalmente si estamos pensando en nuestra relación con Dios. Nuestros pecados son nuestros, no son de los demás, y nuestro Padre Celestial sabe todo lo que hacemos de errado. Por lo tanto, ¡es nuestra culpa! Felizmente, gracias a Cristo, Dios nos perdona siempre que nos arrepentimos y le pedimos perdón. Toda esa culpa cayó sobre Cristo cuando Él murió en la cruz por nosotros. Dios nos ama y nos trata como hijos. Él ve nuestros errores, nos perdona y nos da fuerzas para que sigamos adelante y no cometamos los mismos errores. Por eso, cuando nuestra conciencia pesa, de nada sirve intentar huir o apuntar a otra persona. Ore al Padre y hable con Él pidiendo perdón. 

Oremos: Señor Dios, mi querido Padre, perdona mis errores y apaga mis culpas. Dame fuerzas para seguir siempre adelante y no caer en las mismas trampas del pecado. Por Jesús. Amén. 

Lee en tu Biblia: 2 Corintios 5:21