Lo tengo, y ahora?

¡Lo tengo! ¿Y ahora? ¿Qué hacer? Todas nuestras acciones, omisiones y pensamientos son del conocimiento de Dios. Sería tonto tratar de esconderlos o no asumirlos. Sería cómo tratar de “tapar el sol con un dedo”. Reconocer el pecado es el primer paso para la solución del problema. Después, es necesario arrepentirse. El arrepentimiento es un sentimiento de tristeza por el error cometido, acompañado de un deseo de cambio para no cometer el mismo error de nuevo. El arrepentimiento debe ser sincero, pues Dios conoce el corazón. Cuando recibimos el perdón, nuestra cuenta con Dios es puesta en cero. Jesús sufrió y murió en nuestro lugar para darnos el perdón de todos nuestros pecados. Confiando en esta verdad tendremos siempre la oportunidad de un nuevo comienzo a través del arrepentimiento sincero y del perdón de Dios.

Oremos: Querido Dios, reconozco que cometo muchos pecados. Dame el verdadero arrepentimiento, perdóname y ayúdame a hacer cada vez más tu Santa Voluntad. Amén.